domingo, 21 de septiembre de 2014

Dios no ve nada, no existe.

Mi culo de mal asiento
me hace planear miles de fugas
en situaciones donde se prohiben las dudas.
El poder de tu encantamiento
disminuye con tus fríos besos,
y si estos versos ocultan que te miento
es porque no tengo valor de decirte...
"Oye, ya no te quiero" 

El demonio tienta al pobre humano
que lleno de errores y temores deja en tu mano su destino.
Y solo tu calor y tú podéis evitar una inevitable caída al vacío.
Grita, pues es una acción imparable y el miedo surge
pero al final el grito acaba siendo una rutina
pues el corazón de este ser que está cayendo en la nada
se encuentra lleno de eso, de nada.

El Dios bondadoso ve eso, o mejor dicho, no ve nada, pues no existe.
La bondad, no se compra con dinero, y si no se paga,
a nadie le interesa usarla.
Y la maldad hace su Agosto cada día, y el demonio hace de ella patrimonio.
Porque el Ángel Caído si que vive en cada uno de nosotros
y disfruta de su orgulloso matrimonio con el Infierno Terrenal
que nosotros llamamos hogar.
 

Contradictorio.
                               Como la vida misma.
 

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