sábado, 6 de septiembre de 2014

"El que se fue a Sevilla..."

Hace tiempo que no escribía sin una idea fija. Me explico: últimamente escribo guiones o artículos sobre fútbol (y próximamente otra vez críticas) pero ya no escribo cosas en este blog, el que más me ha durado, todo sea dicho. Hoy me he propuesto escribir sin una idea fija, pero mientras escribía estas primeras cuatro líneas he tenido una idea. Quejarme. Quejarme de los ataques indiscriminados de Israel a Palestina. Quejarme porque nadie interviene. Prefieren mantener relaciones diplomáticas antes que evitar un genocidio. Y es curioso que los precursores de este genocidio sean los mismos que años atrás sufrieron otro. Ambos son crímenes imperdonables, pero no comprendo, aún menos si cabe, que un pueblo sometido durante tantos años como el judío no comprenda el daño y el dolor que causa en cientos de miles de personas.
Me arde el cuerpo solo de pensar que por cada cien civiles muertos en Palestina, mueren uno o dos soldados israelís. Porque no debería morir nadie. No es justo. Pero mucho menos los civiles. Aquellas personas que rodeados de soldados, milicias y guerras diversas luchan por vivir, lo más tranquilas posibles, y un día, sin comerlo ni beberlo, terminan con su vida.
Los ejércitos se supone que luchan por la paz mundial, pero en este caso, en el caso de Israel estamos viendo un ejército que destruye cualquier atisbo de paz.
Yo admiro profundamente el orgullo palestino, y también el luchar por un territorio que es tuyo, pero sé, que por desgracia, cada día que continúe este conflicto son menos las posibilidades del pueblo palestino de evitar la aniquilación.
Al fin y al cabo, esto es como el refrán: "El que se fue a Sevilla, perdió su silla..."

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